“It was the best of times, it was the worst of times, it was the age of wisdom, it was the age of foolishness, it was the epoch of belief, it was the epoch of incredulity, it was the season of Light, it was the season of Darkness, it was the spring of hope, it was the winter of despair, we had everything before us, we had nothing before us, we were all going direct to heaven, we were all going direct the other way - in short, the period was so far like the present period, that some of its noisiest authorities insisted on its being received, for good or for evil, in the superlative degree of comparison only.” Charles Dickens, A tale of Two Cities
Estas palabras para comenzar un libro son de mis favoritas, y permanecen actuales mas de un siglo después de haber sido escritas: siendo México el Francia pre-revolucionaria y Estados Unidos como el Inglaterra industrializado.
Ejemplo: En “Francia”…Un día antes de cruzar “el canal”, mi hermosísima mujer y yo fuimos a comer al Chiltepino’s. Para comenzar del periodo en que nos sentamos al que nos trajeron la carta para ordenar pasaron fácilmente unos 15 minutos sin atención alguna, cuando nos tomaron nuestra orden pasó fácilmente 30 minutos, posiblemente mas sin que pasara absolutamente nada. Clientes de otras mesas que llegaron después recibieron su comida y nosotros nada…inclusive me tocó ver mesas de grupos de personas (mas de 8 el grupo) que no recibieron su comida al mismo tiempo, hasta que como es costumbre me enojo y le pregunto al mesero que si que pasa con nuestra comida y unas señoras de la mesa de enseguida hacen lo mismo…al parecer se les “traspapeló” a los pendejos estos.
Mientras tanto en “Inglaterra” el día siguiente vamos a un deliciosísimo restaurante (Pei Wei) y ordenamos lo de siempre: una sopa y un platillo de pollo con una salsa bien pinche rica, champiñones, ejotes, entre otras cosas. Cuando nos traen la orden (en chinga), la mesera nos dice “disculpen, pero la sopa ya se nos terminó, esto fué lo último que nos quedaba, así que les ofreceremos gratis cualquiera de nuestros entrees”. Volteo a ver la sopa y en lugar de ser 4 tazas, son aproximadamente 3.75642 tazas…que en realidad si no me dicen no me doy cuenta del hecho. Que diferencia a “Francia” ¿no?
Que jodido estar en un pais con la mentalidad de “si no te gusta no vuelvas a nuestro establecimiento” y la gente conformista que no se queja del servicio. Al parecer en “Francia” es un tabú quejarte de tus derechos como consumidor, si no eres bien atendido y te quejas la gente te ve como bicho raro pensando “que ridículo”, o “que verguenza estar quejándose de solo eso” o sabe que cosas mas. La gente mediocre se conforma con el servicio mediocre y todos felices en su mediocridad.
De nuevo me encuentro en Kingman, después de haber estado unos dias en mi queridísimo Tucsón y Phoenix. Cada que cruzo la frontera de vuelta a México me da un asco tremendo regresar a ese estado fallido, semaforos desincronizados, sueldos caidos, impuestos a lo pendejo, terminales de pago con tarjeta que no funcionan, carreteras de mala calidad que te cobran por usar, sindicatos, el gobierno dándonos datos maquillados de un trabajo que es su obligación hacer (es como si un piloto de avión te dijera “este año volé 923 mil kilómetros”, que aparte de ser su trabajo no tenemos ni una puta idea cuanto es comprativamente con otros pilotos y omitiendo aquella ocasión que casi se estrella).
Saludos y no se conformen con el servicio de establecimientos “Franceses”…alomejor también logramos algo bueno como los franceses en en 1789 (o mejor aun 1793 cuando rodaron algunas cabezas importantes).
